Por: Raúl Romero / Instituto de Ciencias y Tecnologías Aplicadas / rromero@i-ctec.org
En un mundo donde el plano físico y el virtual convergen rápidamente, el mercado de consumo pareciera tomar un protagonismo diferente al de décadas atrás. Hoy en día, el consumidor no solo tiene diferentes canales para adquirir los bienes que le interesan; sino, además, la oferta se ha multiplicado haciendo que la competencia entre fabricantes se intensifique. Pero lo que representa realmente una revolución, es el control que las tecnologías digitales le han dado al consumidor; mismas que ahora le permiten escoger las características finales del producto, la forma de envío, e incluso, el empaque; todo en tiempo real, a un ritmo de 24/7 y al alcance de un “click” sobre un dispositivo inteligente.
Este nuevo poder que ejerce el consumidor ha sido posible gracias a la ubicuidad del big data, el internet de las cosas y los avances en codificación y diseño web. Sin contar, que, en un corto plazo, otras tantas tecnologías llegarán a las manos del consumidor promedio; imagine las opciones que crearán la realidad aumentada, las búsquedas web por imagen, voz o reconocimiento facial; los ambientes virtuales y la inteligencia artificial aplicada.
De acuerdo a la consultora McKinsey & Company, la web ya representa mas de la mitad de las transacciones comerciales en Estados Unidos y con un potencial de crecimiento de casi 2 trillones de dólares.
El futuro del mercado de consumo ciertamente luce prometedor y los fabricantes pudieran engañarse pensando que el camino al crecimiento sostenido se ha facilitado con estas tecnologías sumadas al marketing digital y a nuevas ideas para generar experiencias de uso alrededor de sus productos. Alguno, seguramente, será fiel creyente de la automatización de los canales de venta y de la obtención de la retroalimentación directa del mercado y creerá que el trabajo habrá sido completado.
Nada esta mas lejos de la realidad. El reto para el fabricante no radica únicamente en la modernización de los procesos de interacción con el cliente y de aquellos que permitan llevar la oferta al mercado; el verdadero reto es el de integrar esos procesos con su planta productiva y hacerla flexible para responder a la misma velocidad que el consumidor lo demanda.
Aquí es donde es conveniente introducir un concepto que seguro habrá escuchado anteriormente, Industria 4.0, también referida como la cuarta revolución industrial. Es esta revolución, que incluye sistemas ciber-físicos, el internet de las cosas, cómputo en la nube y computación cognitiva; la que precisamente gestiona el ambiente y la plataforma para que el consumidor evolucione de ser usuario a ser creador.
Industria 4.0 no es más que la integración de diferentes tecnologías maduras y listas para entrar a lo más profundo de la cadena de valor y sobre las cuales se ha iniciado una transformación, o evolución, en los procesos y sistemas orientados a la manufactura de bienes. Una transformación que en mi opinión es liderada a la inversa que lo sucedido en aquella ocasión donde Henry Ford introdujo la producción en masa; esta vez es el propio consumidor quien define qué se produce, en qué cantidades y en qué tiempo.
¿Qué es lo que representa realmente para el fabricante esta transformación?, ¿por qué se considera un hito en la historia de la manufactura?
Crear la capacidad para mantener el ritmo de la demanda requiere que las organizaciones desarrollen la habilidad de hacer que sus procesos, maquinas y personal mantengan interoperabilidad que les permita reaccionar en el menor tiempo posible; generar transparencia, flujo y sentido en la información recabada del plano físico para ponerla en el contexto adecuado; asegurarse que sus sistemas puedan asistir en la toma de decisiones y resolución de problemas; y desarrollar sistemas ciber-físicos autonomos capaces de tomar de decisiones simples de forma descentralizada.
Efectivamente, esto se trata de hacer una fábrica inteligente, automatizada, interconectada y autónoma; equipada con sistemas de producción flexibles y con un canal de comunicación directo con el cliente durante todo el ciclo de vida del producto.
Adicionalmente, la industria requiere de una fuerza laboral capaz de crear e implementar estos sistemas, con competencias orientadas hacia la digitalización de la manufactura; sin mencionar que existe una resistencia general de los inversionistas para realizar grandes inversiones en nuevas tecnologías.
El tema del recurso humano pareciera ser el mas sencillo de resolver, o al menos, el menos costoso. Sin embargo, la mano de obra del presente tiene otro tanto de retos enfrente. Primero, existe una mezcla generacional donde los de mayor experiencia no tienen una tendencia nativa hacia la digitalización y los más jóvenes, usuarios naturales de la tecnología, carecen de la experiencia de manejar la operación. Segundo, los tomadores de decisiones están “tecnificados” y “especializados” en sus áreas, no existe intercomunicación entre departamentos, mucho menos un flujo de información adecuado, lo que hace que la integración vertical que se requiere sea más difícil de alcanzar. Tercero, se requiere la creación de nuevos puestos y roles dentro las organizaciones, orientados hacia la digitalización, creativos, ávidos por resolver problemas, analíticos e incluyentes.
La consultora Deloitte ha expresado que la habilidad para adquirir las habilidades futuras y hacer evolucionar las presentes en el pool de talento actual, puede hacer la diferencia entre una transformación digital exitosa y otra en la que no que no pueda la organización adaptarse a las demandas y competencia que constantemente está cambiando.
Después de todo esto que le he compartido, ¿no le resulta increíble pensar que esta transformación, que ya ha iniciado la industria en general, sea dirigida por el deseo fugaz del consumidor de adquirir un producto mientras está sentado en la sala de su casa con un teléfono inteligente en mano? Esto es lo que ha marcado un hito en la historia de la manufactura, el control ha sido cedido al cliente. La producción en masa ha dado paso a la producción orientada al cliente.
ACERCA DEL AUTOR
Raúl Romero es Fundador y Director General del Instituto de Ciencias y Tecnologías Aplicadas (I-CTEC), así como de Nexon Automation y Nexon Robotics; tiene más de 20 años de experiencia integrando y desarrollando tecnología para la industria. El I-CTEC está dedicado a desarrollar las competencias, técnicas y transversales que la industria moderna demanda, ofrece programas de capacitación y educación continua a todos los niveles de una organización.