Por: Jesús Jara Rodríguez / Univ.De la Salle Bajío / delasallecomunica@delasalle.edu.mx
Hace unos días leí en la revista Forbes un artículo titulado “Taming inflation with supply chain”[1], que en español es algo como “Mitigando a la inflación con la cadena de suministro”, el cual me llevó a pensar que las propuestas estadounidenses en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) tienen como uno de sus resultados la generación de inflación (particularmente en los Estados Unidos), por lo que las cadena de suministro también podrían entonces ser el medio para controlar los efectos negativos generados por los cambios en la relación económica entre México y los Estados Unidos. Más aún, también puede mitigar la incertidumbre derivada por la reforma fiscal estadounidense.
El comercio internacional lo hacen las empresas, no los gobiernos; la conveniencia que pueda hallar una compañía para invertir en uno u otro país va más allá de la reducción de una tasa impositiva, pesa más el control de gastos fijos y variables derivados de la operación de la cadena de suministro porque estos influyen directamente en la competitividad de la empresa y sus productos.
Hay que tener claro en que nivel se desenvuelve cada uno de los generadores de cambio (y de incertidumbre), el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y la reforma fiscal estadounidense. El primero influye en las empresas dentro de los tres niveles de la planeación: estratégica, táctica y operacional; los cambios propuestos que se discuten (particularmente aquellos presentados por la representación estadounidense) traen consigo la tendencia de aumentar los costos productivos en las empresas, un ejemplo de ello es el cambio en las reglas de origen para aumentar el valor de contenido regional, lo que traería un aumento en el costo de obtención de los productos al tener las empresas la necesidad de comprar más insumos en la región, algunos de ellos más caros porque serían originarios de Estados Unidos o Canadá.
La conformación actual de las cadenas de suministro de todos los sectores que tienen actividad regional es tan compleja que la disrupción ocasionada por los cambios al TLCAN o su cancelación traerían como consecuencia un aumento generalizado de precios en los Estados Unidos y Canadá (inflación), desabasto en México (con la inflación como consecuencia) y pérdida de empleo en los tres países (como daño colateral). Solo una reorganización de la cadena de suministros de las empresas podría ayudarles a mitigar el aumento de costos, mediante su eficiencia en la operación, diversificación de proveedores y adopción de esquemas de redes logísticas. Está probado que imponer aranceles y salvaguardas como respuesta a medidas unilaterales de protección comercial trae inflación y desabasto, con pérdida de competitividad para los países involucrados… el mayor afectado, como siempre, el consumidor final.
Por lo anterior, los sectores empresariales en los tres países norteamericanos se oponen fehacientemente a la cancelación del acuerdo y a cambios radicales que afecten negativamente la rentabilidad de sus cadenas de suministro, ningún estímulo fiscal propuesto compensaría la pérdida ocasionada por tal cosa. Mientras las cadenas de suministro dentro del TLCAN aporten valor agregado (disponibilidad de bienes y servicios a precios razonables), será casi imposible hacer cambios radicales e irrazonables, y aún menos terminar con el acuerdo porque es un golpe directo al bolsillo de las compañías que operan de forma regional, o que indirectamente sus insumos tienen un origen regional.
Hagamos un ejercicio mental, tomemos a la industria del calzado mexicana, que produce botas y zapatos para grandes marcas internacionales de origen estadounidense, el abastecimiento de materiales usualmente incluye pieles estadounidenses, mexicanas, sudamericanas o europeas; suelas y plantilla de China, caja de China o México, papel de empaque asiático o europeo, avíos mexicanos o asiáticos y mano de obra mexicana. El valor de contenido regional o VCR actual es de 55%, suficiente para que una bota o un zapato de marca internacional pueda ser vendido en Estados Unidos con un precio razonable, en base a sus características de diferenciación (diseño, tecnología de materiales, funcionalidad, etc.); ¿Qué pasaría si subimos ese VCR tan solo 5%?, obviamente habría un alza de costos de producción, porque más componentes tendrían que ser adquiridos en la región NAFTA; para empezar, en nuestros vecinos norteamericanos prácticamente ya no hay proveedores de componentes o partes para calzado, lo cual deja a México como la opción viable, solo que desarrollar en nuestro país algunos de estos productos requiere de más tiempo, costarían más y muy posiblemente no pudiesen darse los volúmenes de producción necesarios para trabajar con economías de escala.
Los costos de producción, para los niveles de calidad que sus clientes estadounidenses exigen son casi por completo inamovibles… ¿Reducir el margen de utilidad? Ni pensarlo… ¿Qué opción les quedaría a las empresas? Los gastos de operación dentro de la cadena de suministro: Distribución, almacenaje, administración de inventarios y órdenes, organizados de tal forma que se creen eficiencias que puedan contrarrestar el alza de costos derivada del cambio forzado de proveedores.
Como nota al margen, aumentar el VCR (en cualquier industria) en la zona TLCAN traería como consecuencia adicional un incremento en las declaraciones falsas de origen y del cálculo de valor de contenido regional.
Saber que los cambios en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte afectan a la cadena de suministros no es descubrir el hilo negro, para el día en que usted lee estas palabras, la mayoría de las empresas y empresarios con negocios regionales lo saben; pero ¿Y la reforma fiscal estadounidense? ¿Cómo se puede eliminar la incertidumbre que trae consigo con las cadenas de suministro?
Lo primero que vino a nuestra mente cuando se aprobó la reforma fiscal fue las empresas extranjeras cancelarían sus inversiones en México para irse a Estados Unidos por ser un país más atractivo fiscalmente. Cuando se diseñan cadenas de suministro globales, las ventajas impositivas son solo un factor a considerar (ni siquiera es de los de más peso); el costo de obtención (costos directos como materias primas y mano de obra) es la primera variable que se considera ¿Es más bajo en Estados Unidos?, NO en la mayoría de los casos; en segundo lugar, están los costos de instalación: terreno y su adecuación, construcción, permisos, impuestos ¿Son más bajos en Estados Unidos? Otra vez, NO en la mayoría de los casos. En tercer lugar, está el gasto de operación: Luz, gas, agua, distribución internacional (importación, exportación), almacenaje, seguridad, etc. ¿Es más competitivo Estados Unidos en esto? Solo en algunos rubros, no en la mayoría. La reducción del Income Tax a las empresas, por más impactante que ha sido mediáticamente, no es suficiente incentivo para llevar operaciones de regreso a los Estados Unidos, porque no se refleja directamente en costos más competitivos para obtener, almacenar o distribuir productos; se refleja en los beneficios que los accionistas reciben en forma de dividendos. Más aún, si las empresas decidieran llevarse sus operaciones de regreso a los Estados Unidos, los costos de sustituir sus cadenas de suministro actuales eliminarían los beneficios obtenidos de su reforma fiscal.
¿Qué es lo que México debería de hacer para alejar la incertidumbre y los efectos negativos?
- Hacer efectivas las ventajas que todos sus TLC’s otorgan para facilitar la operación de las cadenas de suministro globales, con acceso a los mayores mercados del mundo.
- Crear cadenas alternativas de abastecimiento (desarrollar proveedores en otras regiones).
- Fortalecer las cadenas de suministro regionales que ya existen, dando facilidades para su operación: facilitar el flujo de mercancías transfronterizo, mejorar el desempeño aduanal, dar mayor seguridad.
- Ayudar en la reducción de costos de operación de las cadenas de suministro: aranceles, derechos, peajes, combustibles.
- Ayudar en la reducción de tiempos de operación de las cadenas de suministro: en despachos aduanales, en tránsitos y trasbordos.
- Crear zonas libres donde una empresa pueda producir y comerciar con el exterior con menores cargas impositivas.
- Combatir la especulación.
Lo más importante es mentalizarse para reconocer que la vía más eficaz para retener a una empresa en el país es ayudarle a tener y conservar una cadena de suministro rentable.
Tratar de contrarrestar los efectos de la reforma fiscal estadounidense haciendo a México más atractivo fiscalmente, simplemente no lo hace. Subir el IVA y bajar el ISR no afecta sustancialmente la decisión de una empresa de venir a México a instalar una fábrica; mejorar las condiciones en las que puede operar una cadena de suministro si lo hace.
ACERCA DEL AUTOR
Jesús participa en la Universidad De La Salle Bajío como catedrático de asignatura para las Maestrías de Logística Internacional y la de Negociación Internacional, así como en la carrera de Ingeniería Industrial. Es Licenciado en Estudios Internacionales por la Universidad de Monterrey y Maestro en Dirección de Empresas por el Instituto de Estudios Bursátiles adscrito a la Universidad Complutense de Madrid; cuenta además con una Certificación en Logística de Redes por el Materials Handling Institute.
Su experiencia profesional se ha enfocado principalmente al comercio internacional, ha sido Gerente de Comercio Exterior en el CICEG, Gerente de Comercialización y Tráfico para una empresa comercializadora de fertilizantes en el sureste de México, y Director y representante para México de la empresa española moddo.com. Finalmente se independiza y es socio fundador de ViTRADE.
Correo: delasallecomunica@delasalle.edu.mx
[1] Taming the Inflation with Supply Chain. Kevin O’Mahra. Revista Forbes. Feb. 18, 2018.