28-Julio-2017
Fuente: Mexicoxport / El Financiero
Los Republicanos que controlan el Congreso estadounidense, calificaron su decisión de abandonar un polémico plan de gravar las importaciones y las ventas locales de las compañías como un paso esencial hacia la unión de sus esfuerzos para reformar el código impositivo de los Estados Unidos, pero su desaparición agrega nuevas complicaciones a una tarea que ya es compleja.
El impuesto, conocido como BAT, buscaba incentivar las exportaciones estadounidenses, inhibiendo las importaciones. En términos concretos, evitar que empresas se fueran de Estados Unidos a producir a otros países, como México, para después vender allá los productos.
En México se veía con cierto temor dicho impuesto, ya que podría generar, además de inestabilidad en los mercados por el anuncio, una menor inversión de empresas estadounidenses en el país, además del golpe podrían recibir las firmas locales al gravarse sus productos de exportación a EU.
Aunque especialistas señalaban que en realidad este impuesto lo habrían terminado pagando los consumidores estadounidenses.
Si bien el llamado impuesto de frontera venía languideciendo desde hacía meses, su descarte el jueves aumentó mucho las posibilidades de que todo recorte impositivo que apruebe el Congreso sea menor de lo que quieren el presidente y otros líderes republicanos, o que sea más efímero, dijeron especialistas.
Sin los nuevos ingresos estimados de 1 billón de dólares de la propuesta, una ley resultante podría parecerse más a las reducciones temporarias de impuestos de 2001 que a la reforma extraordinaria de 1986, que es el modelo al que aspiran Trump y los legisladores.
La muerte del impuesto de frontera “es muy importante”, dijo Douglas Holtz-Eakin, que encabeza el grupo de análisis de orientación republicana American Action Forum.
“Es evidente que era un gran ingreso, de modo que eso pone la presión sobre otros ingresos. Es mucho lo que está en juego”.
Funcionarios del gobierno de Trump y destacados legisladores dijeron el jueves en una declaración conjunta que el impuesto de frontera no formaría parte de las negociaciones sobre la legislación impositiva.
El anuncio constituyó una victoria para la firmas minoristas y otros sectores dependientes de las importaciones, así como para grupos que respaldan los hermanos multimillonarios Charles y David Koch, que se habían opuesto a la medida.
La propuesta, que el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, impulsaba desde hace más de un año, permitió que Ryan y sus aliados propusieran bajar el impuesto empresarial del actual 35 por ciento a 20 por ciento.
Trump ha pedido que se rebaje aún más, a 15 por ciento, un objetivo que podría resultarle difícil alcanzar.
‘Renuncia a la permanencia’
Los republicanos, que controlan sólo 52 escaños en el Senado, planean usar reglas presupuestarias del Congreso que permitirían aprobar un proyecto de ley impositiva por mayoría simple.
Esas reglas, sin embargo, exigen también que los recortes de impuestos se compensen, de modo tal que no profundicen el déficit presupuestario a largo plazo. Si incrementaran el déficit, debería contemplarse su expiración transcurrido cierto tiempo.
Perder el ingreso producto de la idea del impuesto de frontera “podría significar una renuncia a la permanencia”, dijo Marc Gerson, un ex asesor impositivo republicano de la Comisión de Vías y Medios. “La otra alternativa es hacer algo temporario que tenga impacto en el déficit”.
Si los republicanos siguen decididos a reformar de manera permanente el código impositivo –y en la declaración conjunta del jueves los líderes mencionaron una “prioridad de la permanencia”-, tendrán que conformarse con rebajas de impuestos menores a las prometidas o idear otras formas de recaudar.