Por: José Luis de la Cruz / IDIC / contacto@idic.mx
La dura lección ha llegado: comprometer el crecimiento y desarrollo de México a la economía de Estados Unidos tiene un costo elevado: el país se ha debido ajustar a las cambiantes directrices norteamericanas durante los últimos 25 años. En ocasiones por la vía diplomática en otras, a través de mecanismos de presión.
Solo un ejemplo, la agenda con China. Hace 25 años la globalización impulsada por Estados Unidos requería a China como plataforma maquiladora. Hoy, ante el avance global del modelo de Capitalismo de Estado chino, el presidente Donald Trump impone restricciones de seguridad, comerciales, financieras y de negocios a empresas y naciones que tienen vínculos con China, el TMEC es el mejor ejemplo de ello.
Gracias al acuerdo alcanzado el pasado 7 de junio, las exportaciones mexicanas quedarán libres de la imposición de aranceles con las que el presidente Donald Trump amagó durante la semana previa. A cambio, México tendrá que reforzar su vigilancia en el sur del país para frenar la inmigración ilegal al mismo tiempo que se convertirá en el país de espera para los ciudadanos de países centroamericanos que soliciten asilo en Estados Unidos.
- De acuerdo con el comunicado conjunto, México se compromete a proporcionar las condiciones de seguridad, salud pública y educación que ello implica.
Sin lugar a duda que los beneficios son mayores si se compara con la afectación que México habría enfrentado en caso de que se impusieran aranceles de hasta 25% a sus exportaciones: producción, inversión y empleo estarían comprometidos por esa medida. No obstante, aún se debe evaluar ¿Cuál será el costo?
A pesar del acuerdo migratorio-comercial alcanzado, se debe ser consiente que en los meses por venir las presiones sobre México continuarán porque se enfrenta un cambio de época: Donald Trump instrumenta un cambio geoestratégico que tiene como objetivo recapturar parte de los procesos productivos, de innovación y financieros que salieron de su país. Lo ha dicho claramente: Hacer América Grande, Otra Vez. Hoy, como no se veía desde hace décadas, se encuentra vigente la aseveración de John Foster Dulles, secretario de Estado con Dwight Eisenhower: “Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses”.
México, al ser el principal socio comercial de Estados Unidos, debe considerar que eso implicará un cambio sustancial en la relación construida con el TLCAN: ya no existe el libre comercio, aún antes de que la entrada en vigor del TMEC lo que existe es un comercio internacional administrado.
El Gobierno de México debe incorporar este hecho a sus estrategias y evitar que las modificaciones en la relación con Estados Unidos afecten más al país, particularmente por el entorno de fuerte desaceleración económica que se vive. Los cambios son profundos y rebasan la agenda doméstica y la perspectiva limitada al comercio exterior que México ha instrumentado durante los últimos 20 años.
Para enfrentar la nueva realidad, se debe retomar el camino del fomento a lo Hecho en México y propiciar el Fortalecimiento Productivo del Mercado Interno, es la única vía de corto plazo para garantizar mayor estabilidad y un crecimiento de la economía nacional.
Sin crecimiento económico interno ¿Cómo se evitarán las presiones externas?, la amenaza de afectar las exportaciones mexicanas siempre será una losa para las decisiones del Estado mexicano.
- Las cifras son contundentes: México es un país de apertura económica estructuralmente deficitario, es decir compra más de lo que vende y envía más renta de la que recibe: sin contar las remesas, en 2018 el déficit superó los (-) 54 mil millones de dólares; es decir, fue mayor al 4% como proporción del PIB.
- Para crecer se requiere moderar dicho desequilibrio que representa un endeudamiento constante del país.
- Lo anterior muestra el grado de dependencia que tiene la actividad productiva respecto a la entrada de recursos externos. Esa es la espada de Damocles que pende sobre la economía mexicana y la cual fue utilizada durante los últimos dos años para presionar a México:
- En la parte comercial, el único superávit que evita un déficit mayor es el que se tiene con Estados Unidos: en 2018, con cifras del Banco de México) la balanza comercial fue favorable por más de 142 mil millones de dólares (Con cifras de Estados Unidos fue de 85 mil millones de dólares).
- Lamentablemente el beneficio no es para México, dicho superávit se utiliza para pagar el déficit de (-) 136 mil millones de dólares que se tiene con Asia (76 mil millones tan solo con China), y los acumulados con Europa y aun con África.
- Las exportaciones que México envía a Estados Unidos (358 mil millones de dólares en 2018) representan una cifra comparable al 30% del PIB nacional pero únicamente constituyen el 1.7% del PIB de Estados Unidos.
- Dicha asimetría es la fuente del desequilibrio y la presión: para México es un tema de seguridad nacional, para Estados Unidos es un tema relevante en algunos estados (Texas, California, Arizona, Michigan, por ejemplo) y algunos sectores, pero no es un tema que afecte su macroeconomía porque Estados Unidos tiene su mayor fuente de crecimiento en su mercado interno.
En este sentido, la lección para México es que debe evitar quedar expuesto a presiones como las que ha enfrentado durante los últimos años, el bienestar de su sociedad depende de ello. Hay tres errores históricos a corregir:
- El proceso de apertura económica de México que sacrificó el desarrollo de la industria nacional. La nación debe seguir en la globalización, pero con nuevas bases productivas internas.
- La ausencia de una política industrial que acompañó a los esquemas detractores del fomento al contenido nacional. Esa forma de pensamiento ya quedó rebasada en el mundo porque aún se encuentra atrapada por los paradigmas generados hace 30 años. El cambio de 180° en la tendencia de la globalización ya se encuentra vigente en el mundo. México lo debe observar y reactivar el crecimiento económico a través de la industria establecida en el país con incrementos en el contenido nacional.
- México incurrió en un error, la monoglobalización, depender de una sola economía. Firmar muchos acuerdos no funciona si no hay una estrategia de Estado para aprovecharlos, los últimos 25 años de la historia mexicana generan suficiente evidencia.
¿Para hacer la corrección? No solamente se debe considerar la experiencia de la negociación con Estados Unidos en materia migratoria y arancelaria, también se deben recordar las limitantes que este último ha impuesto respecto a firmar acuerdos comerciales con China. De igual forma es prioritario evaluar la restricción impuesta a la triangulación comercial.
Independientemente de ello, se debe reconocer que México ganó tiempo, ahora lo importante es ¿Cómo lo va a utilizar? Pensar que ya no habrá problemas sería un error, este es un mensaje que el propio gobierno federal deberá tomar en consideración:
- La relación con Estados Unidos se ha modificado y se vive un cambio estructural que deja atrás la lógica del libre comercio del TLCAN para dar paso a un Comercio Administrado por los intereses de Estados Unidos, los cuales pueden ir más allá de lo económico y llegar a temas migratorios, de seguridad nacional, crimen organizado, etc. Los ejemplos son claros:
- En poco más de dos años Donald Trump propició la renegociación del TLCAN y lo llevó hacia un TMEC (en proceso de aprobación), que tiene mayores restricciones sobre México, tan solo le resta libertad para negociar acuerdos comerciales con otros países.
- La salida de Estados Unidos del TPP original provocó que el anterior gobierno mexicano se precipitará en firmar y aprobar el Acuerdo Amplio y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP) para satisfacer estrategias distintas al interés nacional: pocas empresas productivas nacionales se beneficiarán, la mayor parte están expuestas a la importación de bienes manufactureros que se producen en países que aplican una política económica de Capitalismo de Estado, tienen condiciones laborales precarias, no cumplen con las normas ambientales o son plataforma de triangulación de empresas chinas.
- México tuvo que aprobar una reforma laboral de manera expedita para evitar que las discrepancias políticas en Estados Unidos utilizaran el tema para frenar el TMEC. El problema es que aún con la reforma laboral, el TMEC sigue en suspenso en el Congreso de Estados Unidos.
- Se aplicaron aranceles al acero, aluminio, tomates y otros productos mexicanos. El TLCAN, la Organización Mundial de Comercio y el acuerdo alcanzado en el TMEC no fueron suficiente para evitarlo.
- En pocas palabras, el alud de presiones sobre México no ha cesado a pesar de las concesiones realizadas.
- En consecuencia, el Gobierno de México debe considerar que hay un cambio de época y que se debe reconstruir la relación con Estados Unidos pero que la nación no puede esperar a que surjan los acuerdos para que ello ocurra: se deben crear los mecanismos de fortalecimiento interno para prevenir las consecuencias de una nueva oleada de presiones.
- Si bien se puede pensar que México debe diversificar sus relaciones internacionales, en realidad debe comenzar por su mercado interno. Hay un hecho: México tiene acuerdos firmados con las regiones más prosperas del mundo pero que no generan resultados vigorosos porque no se tienen las condiciones para tener acceso efectivo a dichos mercados. Tan solo la construcción de la infraestructura y la logística requerida tomará tiempo. La única alternativa viable y significativa es el mercado interno y dentro de ello el gasto público.
- En el corto plazo el fomento al contenido nacional debe partir del gasto e inversión pública. Es la única forma de reactivar una economía que creció 0.1% en el primer trimestre del año y que se encuentra sujeta a restricciones en su comercio exterior.
- De igual forma se debe atajar la falacia de que los productos mexicanos no son competitivos, gracias a ello pueden ir al mercado de Estados Unidos, Europa o Japón. El problema es que en al mercado interno llegan algunos productos importados que no cumplen con todas las reglas ambientales, laborales, fitosanitarias o de calidad que se le exigen a lo Hecho en México. De igual forma otro grupo de bienes importados llega a precios bajos gracias al apoyo y financiamiento que reciben de sus gobiernos.
- Si bien se puede pensar que México debe diversificar sus relaciones internacionales, en realidad debe comenzar por su mercado interno. Hay un hecho: México tiene acuerdos firmados con las regiones más prosperas del mundo pero que no generan resultados vigorosos porque no se tienen las condiciones para tener acceso efectivo a dichos mercados. Tan solo la construcción de la infraestructura y la logística requerida tomará tiempo. La única alternativa viable y significativa es el mercado interno y dentro de ello el gasto público.
En este sentido es claro que la arquitectura de las instituciones oficiales mexicanas para garantizar la competencia justa frente al comercio internacional desleal no es suficiente, se requiere de directrices claras de fomento a lo Hecho en México. Representa la única forma de reconstruir a la economía mexicana.
REFLEXIÓN FINAL
Donald Trump generó un cambio de 180° en la estrategia de Estados Unidos: la globalización instrumentada a través de los organismos multilaterales se hizo a un lado para dar paso a un comercio administrado por los intereses de la primera potencia del orbe. ¿Cuáles son esos intereses?
Tradicionalmente Estados Unidos tiene una profunda vocación por su economía doméstica, el comercio internacional es un complemento, pero tiene un peso modesto: En 2019 las exportaciones de Estados Unidos fueron de 1.7 billones de dólares su PIB de 20.5 billones. Sus importaciones sumaron 2.6 billones de dólares.
El votante norteamericano que le dio la victoria electoral a Donald Trump fue el que no percibió los beneficios de la globalización: las zonas industriales, agrícolas y los sectores de servicios que perdieron sus empleos o no encontraron oportunidades con la apertura económica. Hoy Donald Trump está reconfigurando el sentido de la apertura de Estados Unidos.
México, al ser el principal socio comercial de Estados Unidos, debe considerar que eso implicará un cambio sustancial en la relación construida con el TLCAN: ya no existe el libre comercio, aún antes de la entrada en vigor del TMEC, lo que existe es un comercio internacional administrado.
Ante la evidencia del cambio en la relación con Estados Unidos México debe fortalecer su relación con otros mercados, pero el primero a tomar en consideración es el interno ¿De qué otra forma se puede pensar que se llegará a los de Europa o Asia?
El acuerdo alcanzado el pasado 7 de junio no es lo mejor para México, pero independientemente de ello se debe reconocer que México ganó tiempo, ahora lo importante es ¿Cómo lo va a utilizar?
Recalcamos, la única alternativa viable y significativa es el mercado interno y dentro de ello el gasto público. Solo el fomento del contenido nacional, de lo Hecho en México, permitirá que el país supere la desaceleración económica, las presiones de Estados Unidos y las fricciones con algunos grupos financieros.
ACERCA DEL AUTOR
Actualmente ocupa el cargo de Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico A.C. También se desempeña como Presidente de la Comisión de Estudios Económicos de la CONCAMIN. Es profesor de cátedra en Doctorado de Ciencias Financieras de la EGADE Business School en el campus Ciudad de México y de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey, campus Estado de México.
Laboralmente se ha desempeñado en los sectores privado, académico y público. Ha sido asesor en la Cámara de Diputados y la de Senadores, consultor para empresas de los sectores industrial y servicios, y para diversas fundaciones y organizaciones no gubernamentales como la Fundación Friederich Ebert y Oxfam.
Correo: contacto@idic.mx
REFERENCIA
Instituto para el Desarrollo Industrial y Crecimiento Económico, A.C.; La Voz de la Industria; título original: Hecho en México; http://idic.mx/2019/06/09/v7n158-hecho-en-mexico/