Una de las palabras más usadas para describir una deseable conducta de trabajo es la de “Profesional”. Tal pareciera que al sólo conjuro de esta palabra casi mágica se resolvieran todos los problemas de la empresa. Pero, ¿Realmente nos hemos detenido a pensar qué significa para nosotros ser un profesional y cuál es la interpretación que de esta palabra hacen nuestros subordinados? O más delicado aún, ¿Nos hemos preguntado si en verdad somos profesionales?
En el transcurso de mi carrera de Consultor Empresarial, con mucha frecuencia he escuchado de los directivos de una empresa requerir a sus ejecutivos y a sus subordinados administrativos una actitud profesional en el desempeño de sus labores. Sin embargo casi nunca utilizan este vocablo cuando se supervisa el cumplimiento de las actividades del personal de las líneas de producción. Es como si pensaran que estas personas no pueden ser profesionales.
De acuerdo con lo establecido por el Diccionario de la Lengua Española, se conceptúa como profesional a aquella “Persona que ejerce alguna actividad como profesión”, y determina que una profesión es “Empleo, facultad u oficio que cada uno tiene y que ejerce públicamente”. Así mismo, establece que profesionalismo es el “Cultivo o utilización de ciertas disciplinas, artes o deportes, como medio de lucro.
Así, podemos decir que el profesionalismo es una actividad que se ejerce públicamente con fines de lucro. Si consideramos que “facultad” quiere decir licencia, permiso o poder para ejercer una actividad, podemos decir que este concepto se refiere a los permisos y licencias que otorgan las universidades y escuelas en general, para ejercer una profesión, lo cual no quiere decir que los profesionales sean solamente los que poseen un título universitario, pues la definición nos indica que también lo son aquellas personas que sin tener un título, ejercen una actividad laboral, dependiente o independiente, para obtener un sueldo o una ganancia.
Por tanto, podemos afirmar que los universitarios con un título, obreros y empleados, así como los artesanos, artistas, deportistas y, en general, todo aquel que practica un oficio lucrativo pueden llegar a ser considerados como profesionales
Ello se basa en el reconocimiento, permiso, aceptación o título de carácter social. En otras palabras, es el reconocimiento de la sociedad de los conocimientos, habilidades y características de conducta de la persona que ejerce, lo que le dará a éste el carácter de profesional. Si la opinión social no reconoce como profesional a una persona que ejerce un empleo u oficio en forma pública con fines de lucro, entonces no será un profesional.
CARACTERÍSTICAS DE UN PROFESIONAL
Para poder llamar profesional a alguien, además del ejercicio público y lucrativo de una actividad, debemos conocer cuáles son los elementos que hacen que la sociedad le reconozca como un profesional. A este respecto, realicé una investigación sobre las características que debe reunir un profesional. Este estudio abarcó distintos estratos sociales y económicos; incluye opiniones de los empresarios, de los empleados y obreros; se tomaron en cuenta opiniones de profesionales independientes, amas de casa y estudiantes. La lista de características de los profesionales es muy larga, pero no a consecuencia de haber incluido todas las respuestas en forma indiscriminada, sino porque, a juicio de los entrevistados, todas ellas son indispensables para que a una persona se le pueda llamar profesional. En su opinión, la falta de alguna de ellas o el tenerla en bajo nivel de desarrollo implica que la persona en cuestión, NO es un profesional.
- Conocimientos actualizados. El incremento de las comunicaciones a nivel mundial, ha traído como consecuencia que las personas estén cada vez más enteradas de los avances y descubrimientos científicos, artísticos, deportivos y de toda índole, Esta comparación de estándares internacionales los ha hecho más selectivos y exigentes al calificar la actuación de otras personas. Saben que el mundo está cambiando con gran rapidez, por lo que consideran que una persona que no se esté actualizando constantemente dentro del área de conocimientos que requiere su actividad (como empleado o empresario), es alguien que se ha vuelto obsoleto, inútil o incapaz, por lo que no merece el título de profesional. Los empresarios deben reflexionar acerca del grado de actualización que ellos tienen para llevar a cabo eficazmente su delicada labor creativa y directiva, cuestionarse sobre la toma de cursos o seminarios, asistencia a conferencias, lectura y análisis de un libro o solicitar un consejo profesional de calidad. Es muy importante la actualización de los conocimientos del empresario, pues será por el esfuerzo de estos que nuestro país saldrá de la pobre e inestable situación económica que padece.
- Habilidad. El desarrollo de las habilidades juega un papel muy importante para el éxito de cualquier actividad. No podemos imaginar a un cirujano con el pulso tembloroso o a un cantante con labio leporino. De esta misma forma, no es conveniente la asignación de puestos y responsabilidades a personas que no son aptas para el mismo.
- Gusto por lo que se hace. Un verdadero profesional es aquel que descubre que está haciendo lo que le gusta y que además, le pagan por ello. Si a una persona no le gusta el trato con la gente, difícilmente será un buen vendedor, por mucho empeño que ponga para esto. Una de las barreras más difíciles de vencer para el éxito en cualquier actividad, es la frustración crónica que padecen las personas que están haciendo rutinariamente algo desagradable para ellas. Esta frustración inhibe la creatividad al mismo tiempo que también provoca conflictos para el cumplimiento de órdenes.
Estas tres primeras características son las más señaladas y se refieren a los tradicionales elementos del éxito: saber, poder y querer.
- Espíritu de servicio. Si bien un profesional debe cobrar por su trabajo, se espera que lo lleve a cabo con un afán de servicio, que sienta que está colaborando a hacer un mundo cada vez mejor, que sus logros laborales son mayores que sus metas económicas y que sus servicios están ayudando a los demás.
- Experiencia. La simple obtención de un título o de una constancia de estudios no basta para ser profesional. Es necesario que se destine tiempo para la adquisición de experiencia suficiente para que las actividades que se desempeñan fluyan como algo natural, que no sean forzadas por un querer ser, sino que por lo que ya se es.
- Honestidad. Cuando el profesional recibe su sueldo o ganancias, tanto él como aquellos que le pagaron deben estar satisfechos de que se ha cumplido con el servicio convenido en su totalidad. La cantidad que se paga debe ser justa y proporcional al trabajo realizado. No debe haber engaños ni abusos.
- Buen trato. El hecho de ofrecer un servicio a cambio de dinero no implica que la relación establecida permita malos tratos. Por el contrario, el profesional debe siempre respetar a la persona que le brinda el servicio tanto como a sí mismo. Las actitudes despóticas e irrespetuosas están reñidas con el concepto del profesionalismo.
- Puntualidad. Por desgracia, en forma general, en nuestro país es muy marcada la tendencia a no valorar adecuadamente al tiempo. No se aprovecha cabalmente por varios factores, como es la falta de planeación, que obliga a las personas a estar buscando cómo mantenerse ocupadas solamente para justificar un sueldo o ganancia, sin realizar actividades que verdaderamente sean productivas. Otro factor lo constituye la falta de autoestima o seguridad en su propia personalidad, por los que se buscan falsos argumentos para hacerse notar y sentirse superior, llegando tarde y haciendo esperar a los demás. Afortunadamente la globalización está cambiando esta situación y es de esperarse que en un plazo no muy grande, todos podamos disfrutar de las ventajas y beneficios de la puntualidad.
La puntualidad no solamente significa llegar a tiempo, sino entregar a tiempo los resultados prometidos. Es tan importante que es la base sobre la que se construyen los sistemas y procesos de calidad Justo a Tiempo (JIT) que a su vez son fundamentales para la alta productividad y rentabilidad en las empresas modernas.
- Responsabilidad. En todos los ámbitos se detectan a muchas personas que prometen realizar una actividad con ciertas características y en un tiempo determinado y que al cumplirse el plazo están muy atrasadas, o lo hecho no reúne los requisitos pactados. También este concepto está cambiando porque las personas y clientes en general ya tienen más conciencia de sus derechos para exigir resultados satisfactorios. Todos dependemos y somos responsables de todos.
- Discreción. Es indispensable la sensatez para formarse un juicio y tener tacto para hablar y actuar. No es posible considerar como profesional a aquel que, en consecuencia de un servicio prestado, adquiere conocimientos de algunas circunstancias que después está haciéndolas públicas.
- Pulcritud y aseo. La gran mayoría de las personas entrevistadas opinó que un profesional debe vestir de acuerdo a las circunstancias en que se desarrolla su actividad, pero sobre todo hicieron énfasis en que el aseo es un elemento que no debe faltar ni a él ni a su lugar de trabajo.
- Entusiasmo. Esta fue una de las características más definidas. El profesional debe ser un ejemplo que motive a otras personas a actuar de la misma forma y esto se logra sólo con entusiasmo y fogosidad de ánimo por aquella causa o actividad en que esté empeñado. Una actitud positiva influirá en el buen resultado de su trabajo y delos demás.
Como respuesta a una pregunta directa, la mayoría contestó que para ser profesional no es necesario un título universitario, que éste solamente implica una calificación académica concreta, y que es una constancia de haber adquirido ciertos conocimientos que hasta ese momento estaban vigentes para llevar a cabo cierta actividad, pero que no garantiza que el poseedor del título tenga los requisitos del profesionalismo. Con esto se afirma la necesidad de que tienen las personas de diferenciar a aquellos que solamente tienen conocimientos de los que sí reúnen todos las características para ser un profesional.
Las puntos anteriores son solamente una muestra de lo que debe ser un profesional, para obtener el título que como tal le concede la sociedad. Existen muchos más y cada uno de nosotros deberá incorporarlos al catálogo personal de requisitos que tenemos que cubrir para fortalecer nuestra imagen profesional. Recordemos que la falta de alguna de estas características hará que no podamos ser considerados como profesionales.
Podemos resumir que dentro de las empresas todo el mundo debe ser un profesional. Desde el empresario y director hasta los obreros, pasando por vigilantes, aseadores, personal ejecutivo y administrativo, todos debemos trabajar con una actitud profesional.
Acerca del Autor
El Licenciado y maestro Jorge Arturo López Mátuz es Socio Director del Despacho Consultoría Integral para Alta Dirección. Al 31 de diciembre de 2013 tiene impartidos cerca de 3,000 conferencias y cursos en el área empresarial. Puede consultarle y hacer sus sugerencias en el e-mail: jalmatuz@hotmail.com“>jalmatuz@hotmail>.com