El paradigma de la educación en el presente siglo XXI está cambiando, ahora los docentes tienen que enseñar a aprender a los alumnos para adquirir competencias de manera autónoma a través del aprendizaje significativo, dotando de herramientas al estudiante para que trabaje de forma organizada, administre sus tiempos y de respuestas o soluciones a los problemas o situaciones presentadas, con el objetivo de asimilar conceptos y hacer efectivo su trabajo realizado.
Más que enseñarle como hacer las cosas, el docente debe servir de guía en el proceso de aprendizaje, adoptando modelos constructivistas y de educación centrada en el alumno, recalcando la importancia del desarrollo de sus propias habilidades a fin de lograr que el aprendizaje obtenido sea permanente, de la misma manera y a través de las evaluaciones hechas a los alumnos, los docentes deben aprender a enseñar para que el proceso de enseñanza-aprendizaje se cumpla y que la calidad educativa se mejore.
Mejorar la Calidad Educativa a través de la Evaluación es lo que la Reforma Educativa 2013 está buscando. “La evaluación de los maestros debe tener, como primer propósito, el que ellos y el sistema educativo cuenten con referentes bien fundamentados para la reflexión y el diálogo conducentes a una mejor práctica profesional.” (Presidencia de la República Mexicana, 2013)
Para cumplir con este fin, la Reforma Educativa propone que el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE, www.inee.edu.mx), tenga las atribuciones de evaluar el desempeño y resultados del Sistema Educativo Nacional en el ámbito de la educación preescolar, primaria, secundaria y media superior, para ello lo dota de facultades para diseñar y realizar las mediciones de los componentes, procesos y resultados del sistema en el Artículo 3°, fracción IX de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Pero entonces, ¿Por qué los maestros tienen miedo a la Evaluación?
¿Será porque la Reforma Educativa establece en el Artículo 3°, fracción III que su ingreso, promoción, reconocimiento y permanencia depende de sus resultados y no de las “palancas”?
En el ámbito educativo la evaluación muchas veces genera miedo e incertidumbre entre los alumnos y docentes, pues están tan acostumbrados a creer que una evaluación es sinónimo de calificación o descalificación, cuando el maestro evalúa al alumno, se produce en él un sentimiento de temor a ser reprobado lo que ocasiona que al momento de realizar la prueba o examen el estudiante se ponga nervioso, pierda la memoria y por ende no apruebe. Lejos de que una evaluación en el aula se haga únicamente para otorgar una calificación aprobatoria o reprobatoria al alumno, el objetivo principal de una evaluación debe ser obtener información o resultados que ayuden mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje.
En el caso de la evaluación docente pasa lo mismo, pero al contrario del alumno, en el docente se suscita la inquietud e intranquilidad al pensar que por ello perderá el empleo. Sin embargo, los resultados obtenidos en una evaluación educativa deben servir para determinar si los métodos utilizados en el proceso son o no los adecuados y soportar la toma de decisiones a la hora de diseñar o rediseñarlos.
Al evaluar las instituciones educativas sucede algo similar, pues se cree que la evaluación es para comparar quien está bien y quien está mal y de ahí dar origen al desprestigio y desaparición de las mismas, pudieran parecer falsas las afirmaciones pero realmente es cierto y se puede asegurar que esto pasa en cualquier parte del mundo, pero el objetivo de la evaluación no es aprobar o desaprobar, al contrario es buscar lo que se está haciendo bien para mejorar y descubrir lo que se está haciendo mal para corregir.
La evaluación más que un instrumento utilizado para detectar necesidades, identificar problemas, conocer y analizar el estado de una situación, es un proceso de mejora continua que ayuda a incrementar la calidad de otros procesos a través del uso correcto de herramientas para la obtención, procesamiento y entrega de información relevante para la correcta toma de decisiones en las empresas.
La evaluación es pues, utilizada para mejorar procesos, por tanto en el sistema educativo la evaluación deberá estar enfocada en la transformación de metodologías utilizadas en el proceso de la enseñanza y el aprendizaje, puesto que una evaluación aplicada al estudiante no solo puede definir si aprueba o no el estudiante, sino que también nos da la pauta para establecer un juicio sobre la práctica docente y el procedimiento de enseñanza, ya que estos tal vez no son los adecuados.
El poder conocer las fortalezas o debilidades de un proceso implica adoptar un sistema, esquema o modelo que ayude a realizar de manera adecuada una evaluación, donde el esfuerzo realizado por todos los elementos involucrados los lleve a cumplir con el principal propósito de la evaluación, esto nos refiere a llevar a cabo una evaluación sistemática.
Hablar de evaluación sistemática nos relaciona con el concepto de sistemas, procesos y estos a su vez con la producción de una empresa; una vez leí que la evaluación de un proceso productivo es diferente a un proceso educativo porque la producción es lineal y está enfocada a obtener un producto, en cambio la educación tiene varias aristas y el enfoque es la adquisición del conocimiento, habilidades y competencias, por tanto la forma de evaluar no se puede comparar. Estoy de acuerdo que ambos son procesos diferentes y que las evaluaciones no son iguales, pero tienen algo en común, son un proceso, un proceso que depende de las entradas y que necesita transformarse continuamente para mejorar el resultado y asegurar la calidad, así pues, teniendo como fin la mejora continua, un proceso de evaluación en la producción se puede adoptar en la educación a fin de sistematizarla.
“La evaluación es el proceso de obtención de información y de su uso para formular juicios que a su vez se utilizarán para tomar decisiones”, (Tenbrink, 2006, p. 19). La sistematización implica saber cómo llevar a cabo dicho proceso, a quien y como aplicarlo para recabar la información adecuada, comprobar los resultados y proponer mejoras.
Evaluar es juzgar. “En educación, normalmente quiere decir juzgar a un estudiante, profesor o programa educativo”, (Tenbrink, 2006, p. 17); por consiguiente, la evaluación educativa se realiza para establecer un juicio sobre la práctica docente, los resultados del aprendizaje y el procedimiento de enseñanza.
De esta forma, una evaluación sistemática como proceso para la calidad educativa se puede apoyar en el ciclo de Deming o PDCA por sus siglas en inglés de las palabras Plan, Do, Check, Act, que se basa en el principio de la mejora continua de la gestión de calidad en las empresas.
El ciclo PDCA puede entonces, servir también como guía para llevar a cabo la evaluación educativa de manera sistemática a través de las siguientes etapas:
Siguiendo estas cuatro fases como proceso de mejora continua en el proceso de enseñanza-aprendizaje, para establecer los indicadores de la calidad educativa entendiendo la diversidad del proceso y reconociendo las dificultades y condiciones de las instituciones, identificar las necesidades, definir objetivos, implementar actividades y seguir su secuencia previamente programada, ayudará en el proceso de la obtención y entrega de información para una correcta toma de decisiones.
En mi trayectoria como docente, he aprendido que la evaluación debe ser aplicada en tres momentos, antes, durante y después del proceso de enseñanza-aprendizaje:
- La evaluación antes del proceso, conocida como diagnóstico, es utilizada para determinar el nivel de conocimiento de un estudiante antes de comenzar con un nuevo aprendizaje y de esta forma llevar a cabo la planeación o programación de actividades a realizar en el transcurso de la materia a impartir, dicha evaluación debería ser la más importante pues de ahí podemos partir, lamentablemente algunas instituciones no lo ven así, piden al docente entregar la planeación de actividades antes de darle la oportunidad de conocer a los alumnos y sus diferentes formas de aprendizaje.
- La evaluación durante el proceso es una retroalimentación del ¿qué y cómo van aprendiendo?, permite reorganizar el aprendizaje incluso adaptar y redefinir las actividades a fin de cumplir con el objetivo de enseñanza.
- La evaluación después del proceso, debe mostrar el resultado de las competencias adquiridas por el estudiante pero también la del cumplimiento de la enseñanza, estos resultados nos ayudaran mejorar el proceso, cambiar el contenido, los objetivos e incluso la secuencia y metodologías utilizadas, finalmente el papel de la evaluación en el aula debe ser principalmente el de reunir evidencias que ayuden al docente a aprender a enseñar.
Hoy por hoy a pesar de que el proceso educativo es responsabilidad de las autoridades e instituciones, existen muchos más elementos que forman parte de él, como los son padres de familia, alumnos, docentes, programas, procesos específicos, entre otros, sin embargo, los docentes tenemos el papel principal en la transformación y mejora continua de los procesos educativos, siendo nosotros la primer instancia para proponer ideas de mejora a fin de obtener la calidad educativa que es imperativa en nuestro actual sistema educativo, por tanto los docentes debemos buscar la actualización y el desarrollo nuevas habilidades y competencias que nos permitan cumplir con ello, así pues, está en nuestras manos lograr mejorar e incrementar la Calidad Educativa.
Referencias:
Gestión Calidad Consulting (2009). Gestión de la Calidad. Recuperado el 11 de Julio de 2013, de http://www.gestion-calidad.com/gestion-calidad.html
Presidencia de la República Mexicana (2013). Reforma Educativa. Recuperado el 13 de Julio de 2013, de
http://www.presidencia.gob.mx/iniciativas/reforma-educativa/
Tenbrink, T., D. (2006). Evaluación, Guía Práctica para Profesores (8a. ed.; C. Fernández, Trad.) Madrid, España: Narcea [Versión en línea]. Recuperado el 10 Julio de 2013, de
http://books.google.com/books?id=CJyeZusF6YIC&;printsec=frontcover&dq=evaluaci%C3%B3n&hl=en&sa=X&ei=CGDcUdj8IOjhyQGV8YHADQ&ved=0CC0Q6AEwAA#v=onepage&q=evaluaci%C3%B3n&f=false
Curriculum
Gabriel Alejandro Granados es Ingeniero en Sistemas Computacionales con Maestría en Tecnologías de Información Empresarial de la Universidad De la Salle Bajío, también es Técnico Mecánico Electricista y cuenta con un diplomado en Educación. Actualmente labora en la Planta de Motores de General Motors Silao donde es Administrador del Sistema Máximo del área de mantenimiento planeado, además de ser instructor, asesor, consultor informático y catedrático en la carrera de Producción Industrial del Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos de Guanajuato Plantel Irapuato III.