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¿Trabajas para alcanzarlo o te limitas a ti mismo?
En opinión de muchos expertos, una gran parte de los ejecutivos de empresas no llegan a conquistar “lo imposible” porque trabajan con mentalidad auto-limitante. Uno de esos expertos es Graham Jones, quien escribió un artículo sobre este tema para Harvard Business Review. [1] Él ha llevado al ámbito de los ejecutivos de negocios, su riquísima experiencia asesorando y ayudando a triunfar a grandes campeones olímpicos.
Este es un tema apasionante: crecer y crecer para servir y servir. Desgraciadamente, la habilidad para “trabajar profesionalmente” sobre mí mismo y crecer de manera permanente, no suele enseñarse en las aulas escolares, pero quienes la adquieren por cualquier camino que sea, logran un desarrollo espectacular.
Antes de entrar de lleno en algunas prácticas para el continuo crecimiento de la capacidad gerencial y directiva, es preciso hacer antes tres aclaraciones, para resaltar la importancia de la mejora continua personal.
- 1.Hace décadas, para triunfar en el trabajo gerencial solía ser suficiente tener los conocimientos apropiados en una determinada área de especialización y cierto tiempo de experiencia en esa área: contabilidad, producción, ventas, etc. Hoy en día, esto es totalmente distinto. Hoy, además de los conocimientos en algún área de especialización, se requieren “otras cosas distintas de los conocimientos”, que son las HABILIDADES y las ACTITUDES, conjunto de cualidades que en el ambiente empresarial se conocen como “COMPETENCIAS”.
- 2.También hace décadas, terminar una carrera en la Universidad significaba adquirir todas las competencias para trabajar toda la vida. Ciertamente había que realizar ciertas actualizaciones, pero no eran sustanciales. Hoy esto es totalmente distinto también. El esfuerzo por actualizarse en el propio campo de especialización es un requisito, no es ni un lujo, ni algo deseable. Por tanto, el estudio, los posgrados, las certificaciones, etc., deben formar parte de las actividades permanentes de un ejecutivo.
- 3.La velocidad con que están cambiando las funciones y prácticas directivas por el impacto de las nuevas tecnologías no tiene precedente. Es necesaria una gran flexibilidad para adaptarse a las nuevas realidades.
Las tres aclaraciones anteriores nos sirven para enfatizar la necesidad de la mejora continua personal. Por eso, en el plan de mejora continua personal, hay que distinguir qué tipo de capacidad queremos mejorar: ¿conocimientos?, ¿habilidades?, ¿actitudes? Porque lógicamente se usarán caminos distintos para la adquisición y desarrollo de competencias.
En este artículo propongo varias prácticas que me han resultado útiles para “encaminar” en la ruta de la excelencia a Gerentes y Directivos con los que he tenido el gusto y orgullo de trabajar y aprender por poco más de tres décadas.
Auto-confianza o mentalidad positiva: la primera y fundamental práctica es tener una gran confianza en uno mismo. Si nos viene a la cabeza la idea de que “no puedo hacer esto”, hay que sustituirla con la idea “¿cómo sí puedo hacer esto?”. Así, hay que mover nuestro enfoque de mejora continua personal de “cuáles son mis debilidades para superarlas”, a otro enfoque: “cuáles son mis fuerzas para alcanzar mi objetivo”. Es lo que algunos llaman “convertir las áreas de oportunidad en irrelevantes”. Las personas contamos con muchas más capacidades de las que a veces creemos; el problema es que no nos conocemos bien y por esta falta de auto-conocimiento no detectamos nuestras fuerzas. Con frecuencia nos preguntamos “¿por qué fallé?”, y rara vez nos preguntamos “¿por qué tuve éxito?”. Una práctica útil es el hábito de preguntarnos por qué hacemos bien muchas cosas. De esta forma, llegamos a la primera práctica para la mejora personal continua: preguntarme todos los días, al terminar el trabajo, qué hice bien y por qué pude hacerlo bien. Parece una tontería, pero es una de las “mejores prácticas” para el crecimiento personal, siempre y cuando se realice con total constancia, un día y otro, una semana y otra.
Realismo: la auto-confianza no se identifica con la estupidez de pensar que puedo todo. Por ello no me debe desanimar si alguna vez me encuentro sin fuerzas para alcanzar mis objetivos. Esto ocurrirá sin duda en algunas ocasiones y qué bueno que me doy cuenta de que no tengo determinadas capacidades. Pero al darme cuenta, puede ser que actúe con mentalidad auto-limitante y concluya que “yo no puedo lograr este objetivo”. De este modo, la persona se limita a sí misma. Pero una persona con mentalidad positiva y auto-confianza recurre una vez más a la pregunta “¿Cómo sí puedo lograr este objetivo?” Es el momento, quizá, de mirar hacia los demás… “¿quién me puede ayudar?” O “¿Quién me puede enseñar?” Es muy difícil -¡imposible diría yo!- que alguien crezca permanentemente sin ayuda de otros. Tener un coach o un asesor o un mentor (o un “padrino”) es una práctica relevante.
Manejo del estrés: el “tono” habitual del trabajo en las empresas es la rapidez y el cambio. Otra forma en la que se auto-limitan muchos ejecutivos es permitiendo que el estrés y la presión debiliten su inteligencia y capacidad de trabajo. Pensar que podré trabajar en una empresa sin estrés sería cerrar los ojos a la realidad. En los deportes ocurre lo mismo: el “tono” es la presión por ganar. Esto nos remite a otro artículo de Harvard Business Review, titulado: “Administre su energía, no su tiempo”.[2]
Esto nos lleva a un punto clave que es la práctica de desconectarse del trabajo al final del día y los fines de semana. Estamos ante un tema que, a primera vista, puede parecer sencillo, pero no lo es. La gran mayoría de los ejecutivos que no se desconectan del trabajo en las noches y fines de semana carecen de un contrapeso del trabajo. Si el éxito en el trabajo es el “único objetivo en mi vida”, lógicamente no me desconectaré de él aunque me vaya al cine, esté con la familia o con los amigos o cualquier otra cosa: siempre será el éxito en el trabajo lo que ocupe mis pensamientos y afanes; todo lo demás será considerado como secundario. Como es de esperarse, una persona obsesionada con un solo objetivo sufre un desgaste psicológico impresionante y, por ende, se encuentra cada vez con menos energía en las horas de trabajo, lo cual merma su desempeño profesional. Nueva faceta de la auto-limitación.
Por tanto, un imperativo para un Gerente o Director que desea crecer continuamente en su labor profesional es que tenga, al menos, “un objetivo del mismo peso” que el éxito en el trabajo. Su interés e ilusión por este otro objetivo harán que su mente y su energía psicológica se centren en otro polo de atención, “descansando” de los afanes y preocupaciones de trabajo (el otro polo).
Como menciono unas líneas arriba, lo que hay detrás de esta total dedicación al trabajo es el éxito. Quiero sugerir otro objetivo que desde hace años está opacado por el éxito; me refiero a la plenitud, pero ello será motivo de otro artículo.
Resumiendo, las prácticas son las siguientes:
- 1)Al final de la jornada laboral, preguntarme qué hice bien y por qué fui capaz de lograr el éxito en esas tareas. Evitar pensar en mis debilidades.
- 2)Convertir los errores y equivocaciones en aprendizajes.
- 3)Sustituir el “no puedo” con el “cómo si lo puedo hacer”.
- 4)Escoger a las personas que me pueden ayudar en el proceso de mejora continua personal. Es importante que sean personas que tienen una clara autoridad informal, es decir, la que ellos se han ganado, no la que les otorga la descripción de su puesto.
- 5)Fijarme un objetivo distinto pero igualmente apasionante y absorbente (racional y emocionalmente) que el éxito en el trabajo.
- 6)La competencia es contra mí mismo, no contra otras personas; yo debo crecer independientemente de los demás. Esto reclama que yo tenga un sistema o método para medir mis avances.
Acerca del Autor
Fernando Rincón Torres es Ingeniero Químico egresado de
Correo: frincon@bizplansc.com
¿Trabajas para alcanzarlo o te limitas a ti mismo?
En opinión de muchos expertos, una gran parte de los ejecutivos de empresas no llegan a conquistar “lo imposible” porque trabajan con mentalidad auto-limitante. Uno de esos expertos es Graham Jones, quien escribió un artículo sobre este tema para Harvard Business Review. [1] Él ha llevado al ámbito de los ejecutivos de negocios, su riquísima experiencia asesorando y ayudando a triunfar a grandes campeones olímpicos.
Este es un tema apasionante: crecer y crecer para servir y servir. Desgraciadamente, la habilidad para “trabajar profesionalmente” sobre mí mismo y crecer de manera permanente, no suele enseñarse en las aulas escolares, pero quienes la adquieren por cualquier camino que sea, logran un desarrollo espectacular.
Antes de entrar de lleno en algunas prácticas para el continuo crecimiento de la capacidad gerencial y directiva, es preciso hacer antes tres aclaraciones, para resaltar la importancia de la mejora continua personal.
- 1.Hace décadas, para triunfar en el trabajo gerencial solía ser suficiente tener los conocimientos apropiados en una determinada área de especialización y cierto tiempo de experiencia en esa área: contabilidad, producción, ventas, etc. Hoy en día, esto es totalmente distinto. Hoy, además de los conocimientos en algún área de especialización, se requieren “otras cosas distintas de los conocimientos”, que son las HABILIDADES y las ACTITUDES, conjunto de cualidades que en el ambiente empresarial se conocen como “COMPETENCIAS”.
- 2.También hace décadas, terminar una carrera en la Universidad significaba adquirir todas las competencias para trabajar toda la vida. Ciertamente había que realizar ciertas actualizaciones, pero no eran sustanciales. Hoy esto es totalmente distinto también. El esfuerzo por actualizarse en el propio campo de especialización es un requisito, no es ni un lujo, ni algo deseable. Por tanto, el estudio, los posgrados, las certificaciones, etc., deben formar parte de las actividades permanentes de un ejecutivo.
- 3.La velocidad con que están cambiando las funciones y prácticas directivas por el impacto de las nuevas tecnologías no tiene precedente. Es necesaria una gran flexibilidad para adaptarse a las nuevas realidades.
Las tres aclaraciones anteriores nos sirven para enfatizar la necesidad de la mejora continua personal. Por eso, en el plan de mejora continua personal, hay que distinguir qué tipo de capacidad queremos mejorar: ¿conocimientos?, ¿habilidades?, ¿actitudes? Porque lógicamente se usarán caminos distintos para la adquisición y desarrollo de competencias.
En este artículo propongo varias prácticas que me han resultado útiles para “encaminar” en la ruta de la excelencia a Gerentes y Directivos con los que he tenido el gusto y orgullo de trabajar y aprender por poco más de tres décadas.
Auto-confianza o mentalidad positiva: la primera y fundamental práctica es tener una gran confianza en uno mismo. Si nos viene a la cabeza la idea de que “no puedo hacer esto”, hay que sustituirla con la idea “¿cómo sí puedo hacer esto?”. Así, hay que mover nuestro enfoque de mejora continua personal de “cuáles son mis debilidades para superarlas”, a otro enfoque: “cuáles son mis fuerzas para alcanzar mi objetivo”. Es lo que algunos llaman “convertir las áreas de oportunidad en irrelevantes”. Las personas contamos con muchas más capacidades de las que a veces creemos; el problema es que no nos conocemos bien y por esta falta de auto-conocimiento no detectamos nuestras fuerzas. Con frecuencia nos preguntamos “¿por qué fallé?”, y rara vez nos preguntamos “¿por qué tuve éxito?”. Una práctica útil es el hábito de preguntarnos por qué hacemos bien muchas cosas. De esta forma, llegamos a la primera práctica para la mejora personal continua: preguntarme todos los días, al terminar el trabajo, qué hice bien y por qué pude hacerlo bien. Parece una tontería, pero es una de las “mejores prácticas” para el crecimiento personal, siempre y cuando se realice con total constancia, un día y otro, una semana y otra.
Realismo: la auto-confianza no se identifica con la estupidez de pensar que puedo todo. Por ello no me debe desanimar si alguna vez me encuentro sin fuerzas para alcanzar mis objetivos. Esto ocurrirá sin duda en algunas ocasiones y qué bueno que me doy cuenta de que no tengo determinadas capacidades. Pero al darme cuenta, puede ser que actúe con mentalidad auto-limitante y concluya que “yo no puedo lograr este objetivo”. De este modo, la persona se limita a sí misma. Pero una persona con mentalidad positiva y auto-confianza recurre una vez más a la pregunta “¿Cómo sí puedo lograr este objetivo?” Es el momento, quizá, de mirar hacia los demás… “¿quién me puede ayudar?” O “¿Quién me puede enseñar?” Es muy difícil -¡imposible diría yo!- que alguien crezca permanentemente sin ayuda de otros. Tener un coach o un asesor o un mentor (o un “padrino”) es una práctica relevante.
Manejo del estrés: el “tono” habitual del trabajo en las empresas es la rapidez y el cambio. Otra forma en la que se auto-limitan muchos ejecutivos es permitiendo que el estrés y la presión debiliten su inteligencia y capacidad de trabajo. Pensar que podré trabajar en una empresa sin estrés sería cerrar los ojos a la realidad. En los deportes ocurre lo mismo: el “tono” es la presión por ganar. Esto nos remite a otro artículo de Harvard Business Review, titulado: “Administre su energía, no su tiempo”.[2]
Esto nos lleva a un punto clave que es la práctica de desconectarse del trabajo al final del día y los fines de semana. Estamos ante un tema que, a primera vista, puede parecer sencillo, pero no lo es. La gran mayoría de los ejecutivos que no se desconectan del trabajo en las noches y fines de semana carecen de un contrapeso del trabajo. Si el éxito en el trabajo es el “único objetivo en mi vida”, lógicamente no me desconectaré de él aunque me vaya al cine, esté con la familia o con los amigos o cualquier otra cosa: siempre será el éxito en el trabajo lo que ocupe mis pensamientos y afanes; todo lo demás será considerado como secundario. Como es de esperarse, una persona obsesionada con un solo objetivo sufre un desgaste psicológico impresionante y, por ende, se encuentra cada vez con menos energía en las horas de trabajo, lo cual merma su desempeño profesional. Nueva faceta de la auto-limitación.
Por tanto, un imperativo para un Gerente o Director que desea crecer continuamente en su labor profesional es que tenga, al menos, “un objetivo del mismo peso” que el éxito en el trabajo. Su interés e ilusión por este otro objetivo harán que su mente y su energía psicológica se centren en otro polo de atención, “descansando” de los afanes y preocupaciones de trabajo (el otro polo).
Como menciono unas líneas arriba, lo que hay detrás de esta total dedicación al trabajo es el éxito. Quiero sugerir otro objetivo que desde hace años está opacado por el éxito; me refiero a la plenitud, pero ello será motivo de otro artículo.
Resumiendo, las prácticas son las siguientes:
- 1)Al final de la jornada laboral, preguntarme qué hice bien y por qué fui capaz de lograr el éxito en esas tareas. Evitar pensar en mis debilidades.
- 2)Convertir los errores y equivocaciones en aprendizajes.
- 3)Sustituir el “no puedo” con el “cómo si lo puedo hacer”.
- 4)Escoger a las personas que me pueden ayudar en el proceso de mejora continua personal. Es importante que sean personas que tienen una clara autoridad informal, es decir, la que ellos se han ganado, no la que les otorga la descripción de su puesto.
- 5)Fijarme un objetivo distinto pero igualmente apasionante y absorbente (racional y emocionalmente) que el éxito en el trabajo.
- 6)La competencia es contra mí mismo, no contra otras personas; yo debo crecer independientemente de los demás. Esto reclama que yo tenga un sistema o método para medir mis avances.
Acerca del Autor
Fernando Rincón Torres es Ingeniero Químico egresado de
Correo: frincon@bizplansc.com