Por: Patricia González Esparza y Jorge E. Lechuga A. / ITESM León /
En cualquier organización el éxito de esta depende del desempeño de sus colaboradores, incluyendo operativos, mandos medios y gerentes o directivos. Este adecuado cumplimiento de funciones depende del desarrollo de habilidades que todos deben de tener y utilizar para ejecutar su cargo.
Desde 1974, en su artículo del HBR, “Skills of an Effective Administrator”, Robert Lee Katz hace una aproximación a solventar una buena gestión empresarial por medio de tres habilidades básicas necesarias; las habilidades técnicas, las conceptuales y las humanas.
Actualmente, dichas habilidades básicas se han ido adaptando a los tiempos actuales y podemos definirlas brevemente como:
Habilidades técnicas: incluyen la aplicación cognitiva y destreza para ejecutar técnicas relacionadas con la labor diaria y sus procedimientos. Este tipo de habilidades se relacionan con el quehacer de cada puesto, o sea, con el trabajo explícito y tangible, ya sea sobre aspectos físicos, concretos, precisos o de proceso de insumos. Algunas de ellas pueden ser saber presupuestar, costear y ejercer gastos; lo relativo al manejo de programas computacionales, informáticos y sus disciplinas de referencia de TIC; concebir, valorar, planificar y participar en proyectos utilizando los principios y metodologías propias de la ingeniería y economía, etc.
Por lo general estas habilidades son adquiridas en períodos largos, a través del sistema educacional formal de cualquier país y adquieren una importancia relativa para quienes ingresan a una organización y no tienen personal a su cargo.
Habilidades conceptuales: Implican una visión holística de la empresa o del área de la que uno es responsable, para poder evaluar los problemas existentes. Un supervisor, administrador o mando medio con buenas habilidades conceptuales (también pudieran llamarse administrativas) se puede considerar capaz para gestionar varias actividades y acciones dentro y con la empresa y potenciarlas entre ellas a través de utilizar la capacidad pensante, la reflexión, el juicio y sentido común para evaluar disposiciones y plantear opciones de solución viables.
Para esos mandos medios o gerenciales, estas habilidades adquieren mayor importancia (sin excluir los otros dos tipos de habilidades) porque son las que ayudan mucho para ejercer control a la ejecución de tácticas con los colaboradores que se tienen bajo su tutela, por lo que son reforzadas mucho por el aprendizaje de cada sistema organizacional al que se pertenece y la empresa se preocupa por impulsarlas. Se dominan en el mediano plazo conforme se va adquiriendo antigüedad en la empresa.
Habilidades humanas: estas destrezas se caracterizan por las capacidades de relacionarse con los demás y coadyuvan para que los gerentes o directivos puedan vincularse mejor con todos aquellos que puedan impactar sus resultados, a fin de lograr la colaboración y que se sumen a su causa común. Comprometen la posibilidad del trabajo colaborativo, pero no tan solo uniéndose a un equipo, sino logrando la cohesión de este para que con sinergia alcanzar lo que el propio equipo se propone y con ello contribuya a los logros institucionales predefinidos.
La comunicación efectiva, influir positivamente, impulsar con el ejemplo, armonizar, guiar y gestionar los conflictos interpersonales o intergrupales son las armas de las cuales echa mano el gerente para lograr que las acciones que se ejerzan recíprocamente en cumplimiento de las metas.
La gran destreza de liderar, desarrollar equipos de trabajo, el coaching, acompañamiento y retroalimentación individual o colectiva, son ejemplos característicos de dichas competencias ya que permiten desarrollar la valiosísima habilidad de aprender a trabajar con personas y por medio de ellas.
Estas habilidades personales se incuban en temprana edad en la familia, se van fortaleciendo durante la escolaridad y vida social inicial y se vuelven altamente relevantes si se es gerente o directivo y se tiene un buen número de personas a cargo. No pueden ser menospreciadas y canjeadas por las habilidades técnicas y administrativas de forma radical ya que juegan un elemento esencial en la conjugación de los tres tipos de habilidades que el gerente y directivo debe poseer, pero precisamente a las habilidades humanas suelen dárseles poco peso específico.
Este tipo de habilidades son el ingrediente más difícil de incorporar al núcleo de tres habilidades (ninguna excluyente) cuando se obtiene poder jerárquico en la empresa, porque exige cambios personales de paradigmas arraigados y una gran capacidad de influencia personal para cambiarlos, por eso se vuelve necesario para cualquier gerente o directivo que se jacte de querer mejorar sus destrezas de gestión, una prioridad de transformar y actualizar todas sus habilidades, dándose una oportunidad en la dinámica actividad gerencial, de someterlas a una actualización que no se le debe catalogar de opcional y espontánea, sino trascendental para todo aquel que quiere triunfar en este mundo empresarial, cada vez más demandante y combativo.