Por: ICEX España Exportación e Inversiones – Visión Industrial[1]
El año pasado, China registró la menor tasa de crecimiento de los últimos 26 años: un 6,7%. No estamos ya ante aquel país que se expandía a un ritmo expresado mediante dos dígitos, pero esta cadencia más pausada forma parte de la llamada “Nueva Normalidad” asumida por las autoridades, que fijan los objetivos entre el 6,5% y el 7% para el período 2016-2020.
Se trata, por tanto, de una ralentización pronosticada y que no altera el guion de los cambios que Pekín ha ido introduciendo en su política económica desde 2013.
Ese ímpetu reformista se refleja, entre otros elementos, en un marco más favorable para la inversión extranjera directa (IED).
Los flujos de capital foráneo ascendieron a 126.001 millones de dólares el año pasado, lo que supone un aumento del 4,1% respecto al ejercicio anterior. La mayor parte (70,7%) se concentra en los servicios, mientras que el monto restante se destina a la industria manufacturera.
NUEVAS REGLAS
La actual normativa contiene diversos puntos restrictivos, pero ya se ha liberalizado en buena medida y lo hará aún más en los próximos años, cuando entre en vigor la nueva Ley de Inversión Extranjera.
Esta llega con retraso (debería haberse aprobado el año pasado), pero se plasma por el momento en un borrador que contiene noticias prometedoras.
La nueva legislación establecerá un sistema conocido como “Lista Negativa” que solo contemplará dos categorías aplicables a las operaciones de IED: prohibidas y restringidas.
Este enfoque es considerablemente menos gravoso que el del vigente Catálogo de Industrias para la Inversión Extranjera, que entró en vigor en 2015 y establece una clasificación de los proyectos de inversión en tres categorías: incentivados, restringidos y prohibidos.
Los primeros son considerados especialmente beneficiosos por las autoridades, y por lo tanto se les libera de trabas y se les conceden facilidades. Normalmente se corresponden con actividades que implican el uso de tecnologías punteras o favorables para el medio ambiente.
Los sectores restringidos son objeto de un alto grado de control por parte de la Administración y están obligados a contar con un socio local. En esta categoría se incluyen sobre todo actividades contaminantes o que posean ya un grado de desarrollo suficiente en China.
Por su parte, los sectores prohibidos son todos los que puedan comprometer la seguridad nacional y el interés y orden públicos, así como aquellos que tengan un muy elevado impacto medioambiental. La participación extranjera está vedada, sin excepción, en todos estos casos.
El actual catálogo incluye 38 actividades restringidas y 36 prohibidas, por lo que posee una naturaleza menos obstructiva que el que le precedía, en el cual las primeras se elevaban a 79 y las segundas a 38.
Asimismo, varios sectores han pasado de la categoría de restringidos a la de incentivados, incluidos el financiero, el manufacturero, el farmacéutico y el inmobiliario.
El corolario a esa evolución normativa llegará con la entrada en vigor de la mencionada Ley de Inversión, que también suprimirá el requisito de que todas las operaciones estén sujetas a la aprobación previa del Ministerio de Comercio. No obstante, y como contrapartida, los inversores se verán obligados a enviar a las autoridades detallados informes de sus operaciones.
INCENTIVOS PARA LA CONVERGENCIA Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
El camino hacia la liberalización no es recto, sino que ha experimentado algunos retrocesos en los últimos años. Así, algunos de los privilegios de los que gozaba el inversor extranjero se liquidaron con la entrada en vigor en 2008 de la actual Ley del Impuesto sobre Sociedades.
Hasta ese momento, los operadores foráneos estaban sujetos a un tipo efectivo del 15%, mientras que los chinos pagaban alrededor del 33%. Dicha ley unificó el trato fiscal de las compañías extranjeras y locales, y ahora todas están sujetas por igual a un gravamen general del 25%.
No obstante, Pekín dispone de una nada desdeñable gama de incentivos fiscales.
Dentro de su ambición por alcanzar la convergencia entre las prósperas urbes del litoral y el interior del país, mucho más atrasado, China cuenta desde 2004 con un paquete de medidas para favorecer las operaciones en el centro y el oeste de su territorio. Así, las empresas que se establezcan en cualquiera de las 21 provincias designadas se benefician de dos años de exención, seguidos de otros tres en los que se les rebaja un 50% la carga impositiva.
Por su parte, las compañías oficialmente reconocidas como suministradoras de nuevas tecnologías pueden ver el gravamen reducido desde el 25% de referencia al 15%.
Los proyectos de software y de producción de circuitos integrados, ciertas operaciones de infraestructuras públicas y las inversiones destinadas a ahorrar energía y agua también gozan de un tratamiento tributario preferencial.
China ocupa actualmente el puesto 78 (sobre un total de 190 países) en el Índice de Facilidad para Hacer Negocios del Banco Mundial, dos posiciones por delante respecto al año pasado.
Esa tendencia positiva refleja los graduales esfuerzos de Pekín por favorecer la llegada de IED. Tratándose de un mercado de la importancia del chino, las restricciones y dificultades administrativas todavía vigentes palidecen ante la magnitud de lo que puede ofrecer a quienes ponen un pie en él.
UN VASTO CAMPO PARA CRECER
El panorama que se ve es muy amplio y empresas globales ya analizan su posible inserción o mayor participación en el mercado más grande del mundo. Además delas estadounidenses, un ejemplo son las empresas españolas que ya definen buenas oportunidades para incrementar la presencia en China, en sectores como el de las energías renovables. También es prometedora la distribución comercial por medio del establecimiento de franquicias, especialmente en lo referido a restauración, tiendas de moda y empresas de servicios educativos, así como su industria turística que cuenta con operadores de referencia internacional, por lo que busca incursionar en un mercado que prevé convertirse pronto en el primer destino mundial.
Así como España, muchos otros países están a la búsqueda de mayores oportunidades. Algunos sectores de interés son:
- Agroalimentario
- Productos industriales
- Productos de consumo (el mercado potencial de China, en cuanto a productos de consumo de gama media-alta, se estima en unos 60 millones de personas)
- Componentes de automoción (Shanghái cuenta con la presencia de importantes centros de producción de General Motores, Volkswagen o Renault)
- Medio ambiente (financiación y gestión de proyectos medioambientales, la exportación de equipos y tecnología medioambiental, especialmente para el tratamiento de aguas y residuos sólidos)
- Servicios
- Turismo
¿QUÉ PASA CON MÉXICO?
Si bien China es el segundo socio comercial de México, la relación entre México y China pasa por una fase compleja, los gobiernos actuales de ambos países se han comprometido no sólo de mejorar la relación en general, sino de lograr un aumento importante en la inversión respectiva, para lo cual se han desarrollado diversas iniciativas pero los resultados, en particular en el ámbito de la inversión extranjera, han sido magros, según las propias estadísticas oficiales.
Enrique Dussel Peters[2] señala en su estudio “Empresas Mexicanas que Invierten en China”, que la mayor parte de las inversiones mexicanas en China se encuentran en unas pocas categorías. En primer lugar, grandes cuasimonopolios o jugadores dominantes del mercado doméstico mexicano con una marca global identificable —como Bimbo, Grupo Modelo (con su marca Corona), Gruma y Cemex— están explotando el mercado doméstico chino. En segundo lugar, un grupo más reducido de empresas mexicanas (Nemak, Softtek y Worcester, entre otras) está utilizando sus inversiones sobre todo para obtener un lugar más eficiente de producción y una plataforma de exportación a otros países, y al mismo tiempo, en ocasiones, para explotar una fuente de nuevos conocimientos y tecnologías. En tercer lugar, prácticamente toda la IED mexicana en China se inició como alguna clase de empresa conjunta o involucró la adquisición de una planta preexistente que permitió a la empresa mexicana incrementar su inversión y/o operar otras plantas con más eficacia. Es decir, a excepción de Gruma, todas las empresas mexicanas necesitaron algún tipo de proceso de aprendizaje inicial en una empresa china para competir en el nuevo mercado. En quinto lugar, muchas de las empresas mexicanas, entre ellas Gruma y Nemak, ya exportaban a China hacía varios años y habían decidido ya fuera directamente o a través de la respuesta de los clientes que la inversión en China sería necesaria en el futuro. En sexto lugar, en todos los casos, los productos debieron adaptarse, excepto en empresas como Nemak, cuyos productos y procesos están homogeneizados para adecuarse a estándares universales. En el caso de los demás productos (fueran pan o tortillas, o personajes de televisión), las empresas mexicanas tuvieron que hacer esfuerzos sustanciales para satisfacer la cultura, los gustos, las costumbres y las expectativas chinas. Eso exigió paciencia, tiempo y recursos financieros para adaptar los productos mexicanos, incluso algunos que ya habían tenido éxito internacional, al mercado chino.
De acuerdo con esto, el camino inicial podríamos decir que está en la exportación de productos mexicanos y en la búsqueda de socios comerciales. Actualmente, China importa de México, en su mayoría, materias primas como: metales, minerales, plásticos, caucho, productos químicos, cuero, así como, equipos electromecánicos y de transporte. En el 2013 se tuvo un cambio drástico y las exportaciones manufactureras de México al mercado chino tuvieron un alza interanual de 9.3% y han mantenido un crecimiento ininterrumpido; entre ellas están teléfonos, partes y accesorios para motores de autos y máquinas de procesamiento de datos y lectores ópticos. A partir del 2014 China se convirtió en el tercer mercado del sector automotriz mexicano, detrás de Estados Unidos y Canadá. Estos son sectores que se van abriendo camino y en los que existen altas posibilidades de incrementar la participación en el mercado chino.
Para aprovechar estos nichos se debe analizar hacer alianzas estratégicas entre empresas mexicanas y chinas; debido a la estructura de este país, se requiere contar con una contraparte que conozca el mercado y los canales de distribución para poder comercializar los productos mexicanos con éxito.
Dussel también establece que las empresas mexicanas que invirtieron en China (desde Bimbo hasta Gruma, Omnilife, Interceramic, CEMEX, Televisa y Kuo) procuran acceder al mercado chino, que está en expansión; particularmente a los segmentos de clase media alta y alta, que prosperan con la rápida urbanización. Por lo tanto, las empresas mexicanas apuntan a esos segmentos con productos diferenciados y de alta calidad desconocidos en ese mercado y generan demanda entre clientes que pueden pagar precios más altos y están dispuestos a hacerlo. Otro grupo, pequeño pero creciente, de grandes empresas mexicanas (como Aeroméxico, Canels, Grupo Villacero, Grupo Modelo, Grupo Industrial Zaga, Qinn México, Grupo Idesa, Seminis, Femsa, Truper, Urrea, Televisa) pudo establecer fuertes lazos comerciales con contrapartes chinas.
[1] Artículo original de la revista “El Exportador” de ICEX España Exportación e Inversiones. Comentarios sobre México por Visión Industrial sobre las siguientes referencias:
Relación comercial México – China. http://www.comercioyaduanas.com.mx/comercioexterior/comercioexteriormexico/427-relacion-comercial-mexico-china
La relación México – China. Desempeño y propuestas para 2016-2018. http://dusselpeters.com/CECHIMEX/LarelacionMexicoChina.pdf
Dominan Manufacturas en exportaciones de México a China. http://eleconomista.com.mx/industrias/2014/06/10/dominan-manufacturas-exportaciones-mexico-china
Empresas mexicanas que invierten en China, 2000-2011. http://www.dusselpeters.com/96.pdf
[2] Doctor en Economía (Universidad de Notre Dame, EEUU). Profesor de tiempo completo y Titular en la División de Estudios de posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM. Coordinador del Centro de Estudios China-México (CECHIMEX) de la UNAM.